A la mayoría de los gatos les encantan los rascadores y, una vez que los descubren, los usan a diario. Pese a ello, algunos no acaban de entender o de aceptar que esa “cosa” es para ellos y que es ahí donde deben afilarse sus uñas y no en los muebles. Así pues, ¿cómo enseñar a un gato a usar el rascador? Presta especial atención.
Cómo educar a un gato a usar el rascador
Los gatos necesitan rascar con sus patas no solo para mantener las uñas en buen estado, sino también para estirar los músculos de sus patitas y, de paso, marcar su territorio impregnando la superficie con las hormonas que guardan entre sus almohadillas.
Si no le hace caso, enséñale a tu gato para qué sirve. Déjalo a su alcance y utiliza tú mismo el rascador. No saldrá de su asombro al verte, pero probablemente imitará lo que tú acabas de hacer. Si no funciona, prueba a restregarle sus patas suavemente por el “invento” y seguramente se animará a empezar a clavar sus zarpas… una vez que empiece todo irá sobre ruedas.
Si se muestra reacio, puede que ese rascador en concreto no le guste por algún motivo. Inténtalo con otro. Puedes hacerlos tú misma: un trapo viejo enrollado en un trozo de madera, un pedazo de una antigua alfombra… también puedes probar con uno que lleve incorporado algún juguete, por ejemplo, una bolita que cuelgue. Seguro que intentará atraparla con sus patas y, de paso, acabará probando su nuevo rascador.
Algunos afirman que funciona impregnar el rascador con algún olor que le atraiga como el que desprende la llamada hierba gatera o de gato.
Tal vez el problema no sea el rascador sino su ubicación. Colócalo en un lugar tranquilo, en esa zona donde a tu gato le gusta apartarse y desaparecer un rato. El rascador debe estar separado del arenero y de sus cuencos de agua y comida.
Con un poco de paciencia, verás que su rascador acaba siendo imprescindible para él.
