La caspa en los gatos es una afección cutánea bastante común, que puede tener causas diversas. Una alimentación que no aporte todos los nutrientes que el animal necesita, alguna alergia, estrés, incluso el sobrepeso pueden provocar una dermatitis en tu gato que haga que la piel se seque en exceso desprendiéndose en los minúsculos pedazos que identificamos como caspa entre el pelo de nuestro gato. La llamada caspa caminante del gato es una de las más contagiosas, así que debe tratarse lo antes posible.
En este caso, la provoca un tipo de ácaro, el Cheyletiella. Este parásito del gato vive en la capa externa de la piel del animal, alimentándose de su queratina y de las distintas secreciones cutáneas. Para ser un ácaro, tiene un tamaño considerable que lo hace visible al ojo humano, por lo que puedes verlos caminando bajo las escamas de caspa que parecen moverse solas, de ahí el curioso nombre.
Cuando un gato la padece, su piel se reseca hasta desprenderse en minúsculos pedazos y además el animal sufre picores moderados que puede provocar que se haga pequeñas heridas y costras al rascarse. Tras el correspondiente examen, el veterinario te indicará el tratamiento a seguir, que, normalmente, consiste en la aplicación de un champú o spray específicos que acaben con el ácaro en cuestión.
La caspa caminante sorprende precisamente porque puedes observar cómo se mueve la piel muerta y descamada entre el pelaje del gato. No es peligrosa pero debe tratarse por su alto grado de contagio entre gatos, entre otros animales, como los perros, y también entre las personas.
Una vez aplicadas las medidas necesarias, desaparece a los pocos días. Recuerda que tendrás que limpiar a conciencia todos los textiles en los que haya podido estar el gato: alfombras, cama, cojines… para eliminar cualquier presencia del ácaro “andarín”.
