Efectivamente los gatos sudan, aunque una cantidad mínima si la comparamos con el sudor que puede llegar a producir el cuerpo humano. Tienen muy pocas glándulas sudoríparas y la mayoría de ellas se encuentran en las almohadillas de sus patas. En los días de muchísimo calor, puedes ver las huellas de sus patitas cuando camina por una superficie seca. Las simpáticas marcas las deja el sudor que desprenden las glándulas de sus almohadillas.
Aun así, el sudor no es el principal mecanismo de termorregulación de su organismo. Los gatos, listos como son, ante las altas temperaturas evitan el ejercicio físico y buscan la sombra (algo que todos deberíamos hacer), por lo que su sudoración resulta insignificante. Además, el resto de glándulas sudoríparas de su cuerpo está cubierto por el pelaje, por lo que, para nosotros resulta inapreciable.
¿Cómo liberan calor los gatos?
Además de cuidarse como pocos a la hora de protegerse del calor, los gatos son capaces de bajar su temperatura corporal por dos vías:
1. La salivación. Cuando lamen su pelo, los felinos no solo se están aseando sino, además, repartiendo su saliva por todo el pelaje para refrescarse. La saliva extendida se evapora y elimina calor de su propio cuerpo.
2. El jadeo. En los gatos es menos evidente que en los perros pero también funciona como mecanismo “refrigerante”. La humedad de las mucosas de su boca y de su garganta logran enfriar el aire que entra en su interior haciendo que baje su temperatura corporal.
Hay que matizar que los gatos no solo sudan por calor, también pueden hacerlo cuando están nerviosos, sobre excitados o cuando tienen miedo. Si en un momento dado tu gato jadea, es algo normal, está refrescándose, pero si observas que lo hace por un periodo de tiempo prolongado, puede estar sufriendo una temperatura excesiva incluso con peligro de padecer un golpe de calor. Si jadea demasiado ponle cerca agua bien fresca y no es mala idea humedecerle su pelaje.
