La obesidad felina no es una cuestión de estética sino de salud. Un gato obeso es más propenso a sufrir enfermedades relacionadas con sus articulaciones y también a padecer diabetes.
Se considera que un gato está obeso cuando supera entre un 15% y un 20% el peso que le correspondería según su raza, sexo y edad. Aunque esta es la teoría, no siempre está tan claro cuando se puede considerar que un gato tiene sobrepeso. Hay animales que al crecer adquieren un tamaño mayor al de la media o desarrollan más musculatura. En estos casos, el gato puede pesar más de lo previsto pero no estar obeso. Pese a estas excepciones, la báscula no miente y, como norma general, un gato macho que pese más de 6 kilos o una hembra que supere los 5 kilogramos seguramente tendrán exceso de peso.
Síntomas de sobrepeso en tu gato
La simple observación del animal puede darte una idea de si tu gato está al borde de convertirse en un obeso. Algunos detalles en los que fijarte para confirmar tus sospechas son:
- No hay manera de detectarle las costillas. A un gato que esté en su peso siempre es posible palparle las costillas sin dificultad. Es normal que sus huesos estén recubiertos de una capa de músculos y grasa que los protejan, pero si ésta es demasiado gruesa y crea un “colchón” que hace imposible detectar las costillas, tu gato, probablemente pesará demás.
- Le cuelga el abdomen. Es uno de los síntomas claros de obesidad. Los gatos no “echan barriga” con el paso de los años. Si notas que al tuyo le cuelga el abdomen con un sospechoso balanceo cuando camina, efectivamente necesita dieta baja en grasas e hidratos.
- Cintura marcada. Mira a tu gato desde arriba, mientras permaneces de pie. Fíjate en el lomo e intenta detectar su cintura, una pequeña curva al final de las costillas. Si no la ves y tu gato es un “cilindro”, le sobran kilos.
