Existen distintos motivos por lo que tal vez tu gato no quiera dormir en esa cama que le has comprado o hecho. Si tu mascota lleva años durmiendo contigo, no te resultará demasiado fácil que renuncie a ese privilegio. En el caso de un gato bebé siempre es más sencillo, porque se adaptará a lo que tú le vayas enseñando. En cualquier caso, si tu gato no quiere dormir en su cama y quiere estar cerca de ti, no cedas, cierra la puerta de tu habitación y poco a poco entenderá que ha de olvidarse de ese hábito. Es la única manera de hacer que tu gato use su cama, pero no la única.
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Consejos para que tu gato duerma en su cama
Para que acepte mejor su cama, procura colocarla en alguno de los lugares en los que sabes que suele dormitar durante el día. Seguramente será un rincón tranquilo en el que se siente a gusto, así que, ¡ése es el sitio! Cuando pruebe su cama por primera vez, observa su reacción. Puede que haya algo que no le resulte agradable, por ejemplo, un olor particular, una colchoneta demasiado fina, un plástico que no has retirado, algún elemento metálico que le molesta...
Comprueba también que el animal no está demasiado estrecho y que puede moverse y estirarse. Para acertar en la elección de la cama es importante conocer las costumbres de tu gato. Si le gusta esconderse, le encantará su cama tipo cueva, si es de los que siempre anda subido a algún mueble, prueba con una cama alta, o elévasela con un soporte o unas patas… si conoces a tu gato, acabarás descubriendo por qué no le convence su cama.
Hasta que se acostumbre, procura mantenerlo activo durante el día, para que se canse y, llegado el momento de dormir, esa mullida camita le resulte más seductora. Prueba, además, a colocarlo en ella, con cariño, en varios momentos del día, sin obligarle a quedarse, pero premiándolo con una caricia si lo hace aunque sea unos minutos. Tal vez, te funcione colocar en su cama alguno de sus juguetes favoritos. No olvides ponerle su cuenco con agua cerca del lugar donde va a dormir.
