Cuando la temperatura corporal de un gato desciende bruscamente desde los 38 grados (que es la temperatura media normal de estos animales) hasta 36 o 35 grados, podemos decir que el gato sufre hipotermia. Y es que, son muchos los gatos que desgraciadamente viven en la calle y no pueden resguardarse de las bajas temperaturas propias del invierno, la lluvia, la nieve y otras muchas inclemencias meteorológicas.
¿Por qué mi gato tiene hipotermia?
A veces los gatos domésticos también pueden ser susceptibles de padecer hipotermia. Esto puede suceder, especialmente, si dejamos muchas horas a la intemperie a un gato cachorro o a un gato anciano, ya que éstos son los más vulnerables a las bajas temperaturas.
También es posible que en un descuido, nuestro gato se caiga a un lago, fuente, río o estanque y que, a consecuencia del agua fría, sufra hipotermia y su temperatura corporal descienda considerablemente en poco tiempo.
O por ejemplo, también los gatos que sufren desnutrición y que tienen pocos depósitos de grasa en su organismo, son también más vulnerables a sufrir una hipotermia cuando se mojan en exceso o cuando la temperatura ambiente es demasiado fría.
También se han descrito casos de gatos con enfermedad de hipotiroidismo que sufren frecuentemente episodios de hipotermia. Esto se debe, principalmente, a que el hipotálamo (la parte del cerebro que regula el apetito y la temperatura corporal) tiene mermadas sus funciones debido a esta enfermedad.
Síntomas de hipotermia en gatos
Sea cual fuere el motivo o la causa de la hipotermia, cuando observes que un gato tiene alguno de estos síntomas, deberías tomar medidas urgentes para ponerlo a salvo. Y es que la hipotermia puede ser letal si no conseguimos subir la temperatura corporal del animal a tiempo.
Uno de los principales síntomas de hipotermia en los gatos son los temblores y escalofríos. Se trata de un signo muy evidente que puede ayudarnos a descubrir que un gato está padeciendo hipotermia. Hay que destacar que los síntomas de la hipotermia en los gatos, varían en función de la gravedad que presente el animal. Por ello, los temblores y escalofríos serían, simplemente, los síntomas más evidentes de una hipotermia leve.
Mientras que, por ejemplo, la rigidez muscular, la baja presión sanguínea, o la respiración lenta y superficial, son síntomas típicos de una hipotermia más grave.
Sin embargo, si el gato tiene las pupilas demasiado dilatadas y fijas en un punto, si carece de pulso o tu gato no puede respirar, deberías empezar a pensar que tu gato sufre una hipotermia extrema, y que podrían entrar en estado de coma de forma inminente. Por ello, y antes que nada, hemos de estar muy atentos a todos estos síntomas para poder actuar a la menor brevedad posible.
En este sentido, y en el caso de una hipotermia leve, en la que el gato sufre escalofríos y su temperatura corporal está entre 36,5 y 37,5 grados, lo mejor que podemos hacer es secar bien al animal y aplicarle calor a través de mantas o toallas templadas. Teóricamente, en poco tiempo el gato debería volver a recuperar su temperatura normal.
Sin embargo, en el caso de los gatos que presenten síntomas de mayor gravedad, como falta de pulso, descoordinación, pupilas fijas, o cualquier otro de los síntomas que hemos comentado anteriormente, es preciso llevarlos al veterinario con urgencia. En los casos de hipotermia grave, los veterinarios tienen que recurrir en ocasiones a la respiración asistida, a la mascarilla de oxígeno, o al uso de fluidos intravenosos para soportar el volumen de sangre del gato con hipotermia.
