Si se trata de un episodio puntual -es decir, tu gato no quiere comer y solo bebe agua durante uno o dos días- no hay que darle mayor importancia. Exactamente igual que ocurre con las personas, puede que esté desganado, que haya comido algo que le ha sentado mal y se está depurando a su manera, o que tenga alguna pequeña molestia gástrica. Por supuesto, debes observar que su estado general es bueno y que no presenta aletargamiento, fiebre, vómitos persistentes o cualquier otro síntoma preocupante.
Antes de alarmarte, confirma primero que la razón por la que tu gato no quiere comer no se debe a algo tan simple como, por ejemplo, que no le gusta el nuevo pienso que le has traído (le has cambiado el habitual) o que su comedero no resulta de su agrado porque es demasiado grande, pequeño, o está cerca de su caja de arena.
Descartadas estas “manías” gatunas, si la falta de apetito se prolonga durante varios días, la visita al veterinario es fundamental porque si un gato solo duerme y no quiere comer y, además, bebe una cantidad importante de agua, fuera de lo normal, detrás de esta actitud, probablemente se esconda una enfermedad que hay que tratar.
La ingesta excesiva de agua y, en consecuencia, el hecho de orinar más de lo habitual, puede indicar un mal funcionamiento del hígado o del riñón y tu gato necesita un tratamiento adecuado para evitar graves complicaciones. Otras enfermedades como la diabetes o el hipertiroidismo también pueden estar detrás de ese cambio de conducta del animal respecto a su alimentación. Si no hay motivo aparente y la situación se prolonga más de tres días, acude al veterinario.
