El ciclo reproductivo de los felinos se caracteriza por experimentar varias épocas de celo durante el año, generalmente en primavera y otoño. El celo en los gatos no solo es cosa de los machos. Las gatas también lo tienen pero durante su celo no tienen la regla, es decir, no presentan sangrado vaginal.
Las hembras alcanzan al madurez sexual entorno a los seis meses de vida y tienen su primer celo sobre los ocho, aunque esto depende de cada raza de gato y también del clima, más o menos cálido, en el que habite el animal. Cuando está en celo la gata no “mancha” pero podrás detectarlo por los cambios en su conducta. Algunas se muestran especialmente mimosas e incluso pierden el apetito, otras están más nerviosas e inquietas.
Entre los síntomas evidentes de la gata en celo destacan el marcaje del territorio con orines y en ocasiones algunos maullidos realmente intensos. Aunque la gata no tenga menstruación, sabrás perfectamente cuándo se encuentra en el periodo en el que es receptiva al macho.
Las gatas no tienen la regla como ocurre con las mujeres o con las hembras de otras especies de mamíferos porque su ovulación es diferente. En su caso, la ovulación se produce por estimulación, sólo cuando ha habido apareamiento. El óvulo se desprende entre las 20 y las 48 horas tras la copulación y es fértil durante aproximadamente un día. Aunque la ovulación espontánea (sin monta) puede darse, no es lo habitual y en ningún caso trae como consecuencia pérdidas o hemorragias.
Dado que las gatas no tienen la menstruación, la presencia de sangrado vaginal siempre es motivo de alarma y de consulta con el veterinario.
