A diferencia de lo que ocurre con los perros, un gato no siente la necesidad de salir a la calle a diario, aunque, especialmente en época de celo, muchos no se resisten a la llamada de la naturaleza.
Esto no quiere decir que tengan miedo, simplemente, tienen todo lo que requieren en su propio territorio y no piensan en irse. Aun así, hay animales que sienten pavor, cambian de actitud o salen huyendo únicamente con ver la puerta de la casa abierta. No es lo normal y el motivo puede encontrarse en una fobia o bien de una experiencia traumática vivida en la calle que hace que el gato tenga verdadero miedo a salir.
Se llama agorafobia y aunque generalmente afecta a las personas, los gatos también pueden sufrirla. Es el temor a los espacios abiertos y está relacionada con la inseguridad. Tu gato desconoce qué hay en el exterior. Tal vez, en alguna ocasión, se ha asomado a la puerta y ha escuchado ruidos fuertes, coches a toda velocidad, no ha visto ningún lugar a mano que poder utilizar como posible escondite, ha percibido personas que gritan, perros… todo eso le produce una sensación de fuerte estrés que hace que la idea de salir le horrorice.
¿Por qué mi gato tiene miedo de salir afuera?
A veces, el motivo es muy concreto. Puede que el vecino tenga un tremendo mastín cuyos ladridos erizan el lomo de tu mascota, o tal vez tu gato haya sufrido un grave atropello y la idea de salir al exterior le resulte insoportable. Los gatos saben cuidar de sí mismos muy bien y si al tuyo le ha ocurrido algo desagradable fuera de casa, se mostrará reacio a nuevas aventuras.
Por último, no hay que olvidar que tu gato puede tener miedo a salir fuera de su entorno seguro por no encontrarse bien ni en plenas facultades. A un animal con desnutrición o anemia, o a uno que sufra vértigo o ataxia, le costará mucho abandonar la seguridad de su hogar y decidirse a salir.
¿Qué hacer si mi gato tiene miedo?
