¿Qué hago si mi gato tiene miedo de mi perro?
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El mito de que perros y gatos se llevan fatal no es del todo cierto. Son animales muy diferentes entre sí, pero la convivencia entre un gato y un perro en un mismo hogar es posible. Son muchos los casos en los que un perro y un gato se hacen amigos inseparables. ¿Pero qué puedes hacer si tu gato tiene miedo de tu perro? Presta especial atención.
Si tienes un gato en casa y llega un perrito como nueva mascota (o viceversa), el secreto para evitar problemas y miedos posteriores es hacer adecuadamente las presentaciones. La situación requiere un esfuerzo previo por tu parte, que haga que los dos animales entiendan unas normas básicas de comportamiento. Deja que tu gato conozca al nuevo inquilino poco a poco y, cuando lleves al perro a casa, extrema la vigilancia para evitar peleas en las que el perro pueda atacar al gato y causarle graves heridas. Si por un descuido esto ocurre, lógicamente tu gato le tendrá miedo para siempre.
Los primeros días, mantén separados a los animales. Es bueno que se vean y sientan la presencia el uno del otro, pero siempre guardando una distancia de seguridad. Si tu gato tiene miedo de los perros, hay varias medidas que pueden ayudar a que lo supere:
- Sepáralos, por ejemplo, con una valla de seguridad (de las que se utilizan para que los bebés no accedan a una escalera). Así,tu gato sabrá que el perro nunca podrá pillarle desprevenido y no estará nervioso y estresado.
- Proporciona al felino un lugar totalmente inaccesible para el perro. Pon su cesta de dormir en un sitio alto o dale un rascador vertical de varios pisos al que él pueda subir fácilmente y al que el perro no pueda llegar.
- Hasta que se conozcan, mantén la comida y el agua de cada animal en zonas totalmente independientes. Tus dos mascotas han de tener claro que cada una tiene lo suyo.
- Propicia pequeños acercamientos entre ambos. No es mala idea llevar al perro con la correa para poder tirar en caso de situación de peligro inminente.
- Si tu gato se asusta, no insistas. Deja que se vaya a su refugio. Con suerte, viendo que no le ocurre nada malo, se irá atreviendo, cada día un poco más mientras se acostumbra a la presencia de otro animal.
No es tan difícil como parece. Acabarán jugando juntos.