Haciendo un pequeño juego de palabras, que todos los gatos puedan padecer toxoplasmosis no quiere decir que todos la tengan. ¡En absoluto! La toxoplasmosis de los gatos es la enfermedad que provoca el parásito toxoplasma gondii. Si el felino no entra en contacto con él, no estará infestado, no desarrollará síntoma alguno de la enfermedad y tampoco podrá trasmitirla ni a otros animales ni a las personas.
Es cierto que los felinos son los huéspedes favoritos de este parásito, porque es en su organismo donde encuentra las condiciones favorables para reproducirse y generar ooquistes (huevos), pero esto no quiere decir que todos los gatos acaben contagiados necesariamente.
Entonces... ¿Cómo se transmite la toxoplasmosis en el gato? Cuando el parásito se introduce en el gato, normalmente por la ingesta de carne cruda contaminada, la enfermedad se expande provocando distintos síntomas en el animal hasta que acaba siendo expulsado (él y sus huevos) por medio de las heces.
Cuando esto ocurre, el sistema inmunológico del felino crea anticuerpos que le protegerán frente a nuevos contagios, es decir, no solo no todos los gatos tienen toxoplasmosis sino que, además, un gato que haya padecido la enfermedad es muy poco probable que vuelva a tenerla.
Estos detalles son importantes, porque no olvidemos que los gatos han sido considerados los principales culpables de la transmisión de esta enfermedad, algo que no es del todo cierto. Es el momento de derribar alguno de los muchos mitos sobre la toxoplasmosis en los gatos: Un gato seropositivo (con anticuerpos frente al parásito) es prácticamente imposible que desarrolle síntomas o que sea una fuente de contagio.
En un gato doméstico, que prácticamente no sale a la calle y que es alimentado con pienso y comida enlatada, las probabilidades de padecer toxoplasmosis son realmente bajas. La realidad es que muy pocos gatos sufren toxoplasmosis a lo largo de su vida.
