Mi gato está herido, ¿qué hago?

Si tu gato ha sufrido un accidente o vuelve a casa herido tras un encontronazo con otros felinos, lo primero que tendrás que hacer es valorar la gravedad de su estado para ofrecer los cuidados adecuados para tu gato. Ante todo, no pierdas los nervios y aplica el sentido común.  Si tu gato presenta un corte o rasguño profundo, con abundante sangrado, un hueso evidentemente roto o síntomas de algún desgarro interno, no lo dudes, acude rápidamente al veterinario para prestarle la atención sanitaria que necesita. Esta es la prima para cuidar a un gato herido, aunque en casos menos graves -como puede ser una herida superficial- hay una serie de medidas básicas que ayudarán a evitar el principal problema: las infecciones.

¿Cómo cuidar de un gato herido?

Procura calmar al animal mientras retiras o cortas el pelo que rodea la herida. Es muy importante limpiarla con cuidado, respetando las normas de higiene de los gatos. Lo mejor es utilizar suero fisiológico, y si no tienes, hazlo tú misma, poniendo un cazo con agua a hervir a la que añadirás una cucharada pequeña de sal. Con el suero o con el agua templada, limpia en profundidad. Si es necesario, ayúdate con una gasa. Observa si hubiese algún elemento extraño que le está haciendo daño: un trozo de cristal clavado, algo metálico, restos de asfalto…

• Con la herida bien limpia, procede a una primera cura con yodo diluido o con algún antiséptico de farmacia que lo contenga. Si se trata de un rasguño superficial, con este sencillo tratamiento bastará. Deja secar la herida al aire y repite la cura una vez al día.
• Si hablamos de algo más grave, sangrado importante y posible hemorragia, tapona la herida presionando ligeramente con ayuda de una toalla limpia y acude inmediatamente a la consulta veterinaria.
• Para heridas superficiales, las pomadas cicatrizantes también son una buena ayuda, siempre que previamente las hayas limpiado y desinfectado como hemos descrito.

Si ves que tu gato no para de lamerse su herida, puede que sea necesario el uso de un collar isabelino que lo impida y ayude a una rápida y segura cicatrización.